Cuatro años después, las proyecciones indican que en 2022 se exportarán 1.500 toneladas de trucha procesada con destino principalmente a Japón, Canadá y EEUU, y en 2023 esa cifra podría elevarse hasta las 4.000 toneladas.
Lucas Maglio, country manager en Argentina de grupo MarAndino, dialogó con PULSO y brindó todos los detalles del proyecto que ya tiene a 60 personas trabajando de forma permanente, entre las cuales se encuentran técnicos de Argentina, Chile y Perú, y pobladores de Piedra del Águila y alrededores. La inauguración de la planta de proceso en el próximo mes de enero llevará la cantidad de trabajadores hasta los 120.
“Cuando conocí la empresa, MarAndino producía truchas en Perú a 4.700 metros de altura. El objetivo era producir sin químicos ni antibióticos, en lugares donde la calidad del agua sea óptima. Fue allí que les hable de este lugar, que tiene las mismas condiciones que aquel, incluso con mejores perfiles de oxígeno disuelto en el agua”, explicó Maglio. “Cuando conocieron este embalse, fue amor a primera vista para todas las partes”, agregó.
Desde ese entonces, la empresa lleva invertidos más de US$ 8 millones, en un emprendimiento que consta de cuatro partes:
La primera es la planta de cuarentena, ubicada en Santo Tomás. Allí se desarrolla la etapa temprana de la cría, con ovas importadas desde Dinamarca y EE. UU., a fin de resguardar desde la genética los estándares de calidad requeridos en los mercados de exportación. “Los huevos ingresan al centro de cuarentena, están en un lugar muy cerrado y contenido con filtración UV y filtración mecánica. Luego los peces quedan ahí hasta que Senasa toma la muestra, realiza los análisis, y nos libera para traer los peces a la piscicultura”, explica Maglio.
Además de importar las ovas, la empresa trabaja en un plan de genética propia, buscando lotes de reproductores descendientes de los mejores lotes del propio emprendimiento.
La segunda es la conformación de los primeros lotes productivos, en estanques de fibra de vidrio específicos para la actividad acuícola, donde los peces inician su engorde previo a ser reubicados en el lago. En dichos estanques por los que fluye el agua de propio Río Limay, los peces son alimentados y clasificados mecánicamente por tamaño mediante una tolva láser.
Una vez que alcanzan el peso adecuado, los peces son trasladados al lago, donde alcanzan su tamaño final previo a la cosecha. “Es vital llevar los peces al lago con el mayor tamaño posible. Históricamente en esta zona, los peces se subían al lago con 1 gr de peso. Pero cambia mucho el rendimiento cuando se los lleva con mayor tamaño. Nosotros los estamos trasladando al lago con 20 g”, explica Maglio.
Esta tercera etapa se implementa en plataformas que flotan sobre el lago, con jaulas de 30 m de lado y redes de 15 m de profundidad. Actualmente los peces consumen 5 toneladas diarias de alimento en el lago, y con el crecimiento futuro se proyecta llegar a 10 toneladas diarias. Allí, en medio del hábitat natural, los peces adquieren un peso que va de los 2,8 kg a los 4 kg, antes de ser cosechados y enviados vivos a la planta de procesamiento.
En el lago, también hay una clasificadora que permite separar a los peces en base a su talla. “La posibilidad de clasificar a los peces por tamaño es esencial en su desarrollo. Poblaciones de peces con mucha dispersión generan un alto estrés en los peces pequeños, y no favorecen una adecuada distribución de alimento en la jaula, donde se forman naturalmente grupos de jerarquía”, indica Maglio.
La última etapa sucede en la planta de proceso, la cual está muy cerca del lago, a solo 2 km. Maglio explica que allí radica una ventaja comparativa del proceso: “La escasa distancia con el lago nos da una ventaja muy importante y es la de procesar ni bien el pez salió del agua. Es algo que pasa con cualquier animal. Si se puede procesar con el menor tiempo posible desde la matanza, mejora muchísimo la calidad del producto final”.
Una vez procesado en planta, el producto se clasifica por calidad de forma automatizada, separando el premium del industrial, lo que define el tipo de mercado al que puede acceder el producto.
El viaje al destino final también está supeditado al tipo de mercado destino. En efecto, la exportación se realiza de diferentes maneras, puede ser congelado o fresco. Siempre el fresco es mucho más valorado en los mercados. A su vez, los envíos pueden realizarse a granel o envasado al vacío. Esto último se relaciona con diversos factores, como la capacidad de logística con la que se cuente, los vuelos disponibles, y la capacidad de carga en los aviones.
Un dato no menor, es la colaboración conjunta de las diferentes jurisdicciones a fin de que la actividad pueda desarrollarse. El hecho de que el emprendimiento tenga enclave sobre el lago, implica la intervención de ambas provincias, Río Negro y Neuquén.
“El rol de las provincias ha sido clave para que esto sea posible, tanto en la figura del Ministro de Producción y Agroindustria de Río Negro, Carlos Banacloy, como del Ministro de Producción de Neuquén. Facundo López Raggi. También el de Guillermo Abdala, director nacional de Acuicultura de la Nación”, reconoce Maglio.
En el caso de Neuquén, la apuesta pública fue determinante, en tanto la planta de proceso pronta a inaugurarse fue íntegramente financiada por la provincia.
Por otra parte, el desarrollo iniciado en el año 2017 ya ha superado su primer cambio de gestión a nivel nacional, sin que ello haya implicado ningún tipo de retroceso en materia de incentivos a la actividad o de trabas burocráticas.
“Tanto la gestión anterior como esta se alineó para apoyarnos para que esto suceda. Somos un caso anti grieta. La verdad es que a nosotros tampoco nos interesan las diferencias en lo que piensa cada uno. Lo importante es que el desarrollo se logre, porque ello es beneficio también para toda la gente del lugar” resalta el country manager de Idris Patagonia.
La capacidad de crecer que tiene la actividad y la proyección en cuanto a los niveles de creación de empleo, inversión y generación de divisas, es verdaderamente formidable. La capacidad de carga del lago se estima en unas 19.000 toneladas, con lo cual el margen que existe para que los volúmenes de producción se eleven progresivamente, es enorme.
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