Un reciente artículo publicado en la revista Science Advances evaluó el alcance y la magnitud de la brecha de conocimiento sobre el bienestar animal en la industria acuícola mundial. Para ello, los investigadores del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de Nueva York y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Yale (EE. UU.), cuantificaron la diversidad taxonómica y número de animales actualmente involucrados en la acuicultura, y midieron hasta qué punto la literatura científica satisface las diversas necesidades de los animales en la acuicultura.
«La escala de la acuicultura moderna es inmensa y sigue creciendo», dice Becca Franks, científica investigadora del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de Nueva York y autora principal del artículo. «Sin embargo, sabemos tan poco sobre los animales que estamos poniendo en producción en masa, y las consecuencias negativas de la expansión de la acuicultura en animales individuales seguirán acumulándose».
Entre los resultados, el artículo reveló que en 2018 se cultivaron 250 a 408 mil millones de animales individuales de más de 408 especies. De estas, solo 25 especies (correspondientes a 14 a 32 mil millones de individuos, el 7% del total) están cubiertas modestamente por literatura sobre bienestar animal (cinco o más publicaciones). Las 383 especies restantes (correspondientes a 236 a 376 mil millones de individuos, 93% del total de la acuicultura) tienen pocas o ninguna publicación de bienestar y su manejo intensivo se realiza en ausencia de conocimientos básicos sobre cómo garantizar su bienestar.
«Si bien la presencia de conocimientos sobre el bienestar animal no garantiza el bienestar, la ausencia de dicha información es preocupante», dice Franks. «En resumen, nuestra investigación revela que la acuicultura moderna plantea amenazas incomparables para el bienestar animal en términos del alcance global y el número de vidas animales individuales afectadas».
Bienestar animal no es sinónimo de optimización de la producción
Los autores recomiendan que el trabajo destinado a abordar la brecha de la investigación sobre el bienestar de la acuicultura debe identificar, comparar, estandarizar y mejorar las mejores prácticas de bienestar dentro de los entornos acuícolas actuales, incluido el aprovechamiento del conocimiento histórico.
“Cuando se trabaja dentro de los sistemas de producción, es especialmente importante reconocer que el bienestar no es sinónimo de optimización de la producción. Muchos de los artículos contados como publicaciones de bienestar en el presente análisis aplicaron una visión orientada a la producción, por ejemplo, «Efectos de diferentes métodos de aturdimiento / sacrificio en la calidad de filetes congelados de cobia (Rachycentron canadum)«, revela Franks, .
Animal first
Otro de los aspectos discutidos en el artículo, es la necesidad de un enfoque de investigación del bienestar en el que los animales sean lo primero (Animal first). “Parte de la información relevante para el bienestar solo puede obtenerse estudiando a los animales por su propio bien, fuera de las limitaciones de los sistemas actuales y adhiriéndose a los principios de evitar daños, proporcionar beneficios y respetar la voluntad y la autonomía de un animal individual”, .
El artículo aborda las ventajas del enfoque “animal-first”, concepto relativamente nuevo para los programas de investigación con peces de cultivo, existen indicios de su utilidad para los animales acuáticos.
Este enfoque de la investigación sobre el bienestar es una extensión de las discusiones recientes sobre el «bienestar positivo» y los llamados a proporcionar a los animales una «buena vida», los cuales reconocen que minimizar el sufrimiento no garantiza una calidad de vida decente y que la mera supervivencia no es suficiente.
La acuicultura debe centrarse en especies menos complejas
De esta forma, el estudio recomienda que la industria de la acuicultura se centre en el cultivo de especies más simples, con menos riesgos para el bienestar y el medio ambiente como las algas y bivalvos (ostras, mejillones y almejas) y desincentivar el cultivo de especies con altas preocupaciones ambientales y de bienestar (por ejemplo, cefalópodos).