En Noruega, líder mundial en cultivo de salmón, la industria acuícola se ha convertido en un negocio rentable. En 2017, el parlamento de Noruega consideró una propuesta para introducir impuestos sobre la renta de los recursos (TRR) para distribuir mejor las ganancias privadas extraordinariamente altas que surgen del cultivo de salmón.
Si bien las controversias acuícolas anteriores se centraron en los riesgos, las incertidumbres y la experiencia científica, la inclusión de un ERR en la cría de salmón en la agenda política aborda la cuestión de lo que implica una transición a una ‘economía azul’ (por ejemplo, a través de la cría de salmón) para el estado de bienestar noruego.
La democracia noruega ha elaborado tradicionalmente enfoques innovadores hacia la gobernanza colectiva de los recursos naturales y la distribución del bienestar. Por ejemplo, el RRT sobre energía hidroeléctrica y los ingresos petroleros han sido elementos cruciales en la distribución de la riqueza. Ahora, la acuicultura es un negocio privado tan rentable que el término “multimillonario del salmón” ha entrado en el lenguaje.
Un estudio reciente publicado en la Revista Marine Policy denominado “A critical policy study on why introducing resource rent taxation in Norwegian salmon aquaculture failed” se basó en estudios de políticas críticas, y analizó una propuesta reciente para introducir impuestos sobre la renta de los recursos en la acuicultura del salmón para distribuir su superbeneficio para el bien público.
De acuerdo con el artículo, al mapear actores y posiciones en el debate, el trabajo arroja luz sobre las razones sociales que llevaron al rechazo de la propuesta.
En general, se argumenta que surgieron tres posiciones. Las posiciones difieren en dos ejes: renta y qué comunidad se beneficiaría. La primera posición sostiene que los beneficios de la acuicultura se derivan de los recursos naturales y pertenecen a las comunidades locales y a la comunidad nacional.
La segunda posición niega que estos superbeneficios se puedan categorizar como renta y destaca cuestiones de competitividad. La tercera posición busca distribuir los ingresos localmente como compensación por facilitar la acuicultura.
Si bien el debate sobre el impuesto a la renta de los recursos se lanzó para debatir el tema público-privado, se convirtió en un desacuerdo fundamental sobre quién debería recibir las rentas entre los municipios costeros y el estado.
Según el artículo, la propuesta para introducir TRR en la acuicultura del salmón fue un paso potencialmente importante para asegurar una distribución equitativa de la riqueza en la futura economía noruega. Los grupos preocupados expresaron sus puntos de vista sobre este tema en los medios de comunicación y en la ronda de audiencias públicas. Los hallazgos revelan tres posiciones diferentes entre las partes interesadas noruegas relevantes.
El primero aboga por la introducción de RRT para incrementar la distribución nacional del ingreso. La segunda, la posición que emana de la industria, niega la existencia de la renta. La tercera posición, arraigada en las comunidades locales, es que los recursos locales deben beneficiar a las comunidades locales, estableciendo una clara distinción entre los beneficiarios potenciales merecedores (periféricos / locales) y no merecedores (sociedad noruega central/general).
Finalmente, la discusión se convirtió en un desacuerdo fundamental sobre quién debería recibir rentas. En general, el debate sobre el impuesto sobre la renta se transformó en una problematización de qué público merece ingresos públicos de la acuicultura.
«Se problematizaron los ingresos estatales, se destacó la necesidad de compensar a las comunidades locales por la facilitación de la acuicultura y, lo que es más importante, la crítica a la privatización de los bienes comunes y los beneficios privados ya no estaba en el centro de atención».
En consecuencia, la introducción de una gobernanza que contribuyó a la distribución justa de los beneficios privados de los recursos naturales comunes fue impedido por movilizaciones polarizadoras que acentuaron y reforzaron la fragmentación de la sociedad noruega.
«Esto es inquietante porque potencialmente desafía el sentido subyacente de comunidad que requieren las políticas fuertemente distributivas», finalizó la autora del estudio.
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